Por Laura Martín.-
No pienso ni contestar el artículo de mi colega Quillo Barrios, porque se contesta solo. Lo único que sí voy a decir que poco respeto me merece alguien que no sabe si es del Valladolid o de su 'dueño moral', el Real Madrid.
La cuestión es que hay un ambiente -hasta el equipo más favorecido de la historia del fútbol, el Real Madrid, lloriquea- en el que todos se quejan de los árbitros. Pero la realidad es que se cargaron al Sevilla.
Todos contra los de Manolo Jiménez, como si fuera el rival que nadie quiere que moleste y todos desean que se quede en su medianía, en donde le 'corresponde', en donde para muchos debe estar el Sevilla, es decir, en la mitad de la clasificación.
Pues no, si esa es la idea de los poderosos que quieren repartirse la tarta y meter al Atlético de Madrid, Barcelona y Real Madrid como los tres grandes indiscutidos y sin nadie que les pueda molestar, pues que lo digan y nos vamos a jugar la Liga de Andorra.
No hay derecho a que el Sevilla sea barrido del Zorrilla por un árbitro casero que le dio, sí, le dio, los tres puntos a un equipo que estaba para ser goleado.
Es verdad que Luis Fabiano se tiró y que merecía la tarjeta, la segunda. Pero, ¿alguien vio razón alguna para que le pusieran la primera? Festejó el gol y nada más. El árbitro no lo soportó y tarjeta para el brasileño.
Tampoco quiso ver un penalti sobre Navas en la segunda mitad que hubiera singnificado el empate. No, no me creo que tanta antipatía al Sevilla sea porque opinamos libremente.
Lo que molesta y escuece es el resentimiento, es que el Sevilla es un equipo poderoso, bien trabajado, desde la humildad de recursos hasta el máximo rendimiento.
Simplemente quiero dar un mensaje: No podrán hundir al Sevilla, porque el Sevilla sabe ganar y sabe perder. Lo que no le pueden pedir es que además de...ponga la cama.
El debate: ¿Le robaron el partido al Sevilla ante el Valladolid? Opina, anda.